Martha tiene 36 años, es escritora y siempre supo que no quería ser
madre. Por lo que, al mirar el símbolo positivo en la prueba casera,
la decisión ya estaba tomada: iba a abortar.
Detrás de
esa elección como una sentencia, se encuentra un pasado que, con
ojos de niña, recuerda muy bien. Como menor de tres hermanos, creció
viendo a su madre luchar por tiempo y dinero, mientras los criaba:
"Al ver el test, estaba muy nerviosa, triste y enojada. He hablado
con amigas sobre sus embarazos, incluso sobre los abortos que
tuvieron, y siempre me sentí lejana a ese tema. Creo que aún con la
prueba en la mano, me sentía ajena. Nunca quise hijes”, enfatiza.
Esa noche, con las manos temblando, habló con su pareja porque,
aunque era algo que ya habían acordado que harían en caso de que
ocurriese, necesitaba confirmar que ambos estaban conformes. Él la
apoyó.
Era agosto del año 2022, el verano estaba
terminando en Austin, Texas. Entre el calor y las noticias sobre la
anulación de Roe vs. Wade, que hacía tan solo unos días había
alterado la vida de las mujeres del país, Martha estaba inquieta.
Había llegado a Estados Unidos desde la Ciudad de México en el año
2019, luchando con problemas de salud mental desde la adolescencia,
pero con la esperanza de encontrar en este rumbo un respiro para
empezar de nuevo. Años después, los artículos le devolverían el peor
contexto: quería abortar en un estado donde esta práctica es ilegal.
Un año antes, en 2021, la legislatura de Texas aprobaba
lo que se conoce como la “Heartbeat bill” (Ley del latido). La normativa prohíbe interrumpir la gestación a
partir de la sexta semana -tiempo en el que las personas gestantes
no saben si están o no embarazadas- o si el doctor detecta actividad
cardíaca embrionaria o fetal. Con la anulación del fallo Roe vs.
Wade, meses después, el aborto ya no estaría protegido por la
Constitución Federal, por lo que cada estado, de manera
independiente, tendría la potestad de decidir si una persona
gestante puede elegir sobre su propio cuerpo o no.
“Fue
lo más angustiante para mí. Sabía que no quería ser madre pero, ¿qué
seguía? Mi pareja y yo leímos gran cantidad de artículos sobre cómo
tener un aborto en casa pero la medicación, lo más importante, era
algo a lo que no teníamos acceso. Yo estaba aterrada. ¿Y si
realizaba algo mal y tenía que ser atendida en los servicios de
salud? ¿Iría a la cárcel?”, cuenta, sobre esas horas.
Para Martha bastaron un par de mensajes a sus amigas
“para que las redes se tejieran ante mí”. Una de ellas la conectó
con una asociación civil mexicana, dedicada al acompañamiento de las
mujeres que desean abortar. Eso incluía la provisión de información
y las pastillas, misoprostol y mifepristona.
El primer
contacto fue a través de su página. Martha recuerda que las mujeres
de la organización fueron receptivas, amables y profesionales. Le
ofrecieron enviarle el medicamento, pero ella tenía mucho miedo de
recibirlo y hacerlo sola: el fallo Roe vs. Wade era un tema
reciente. Decidió, por su seguridad, viajar a la Ciudad de México,
donde sabía que el gobierno local prestaba el servicio de
Interrupción Legal del Embarazo (ILE) para cualquier persona que lo
solicitara. Lo que había empezado a través de mensajes, terminó
siendo un acompañamiento que incluyó la organización del hospedaje y
el momento de la intervención.
A la hora de decidir
viajar, sabía que no podía hacerlo con su pareja por motivos
económicos. Compró el vuelo con destino a Ciudad de México y se
marchó, sola. En el aeropuerto, dos chicas, de la asociación, la
esperaban. Martha recuerda lo primero que hizo al verlas: "Me solté
a llorar en cuanto las vi, había hablado con ellas solo por mensaje,
pero me sentía tan cerquita".
De camino a la casa de una
de ellas, el lugar donde se realizaría la intervención, le
explicaron cuáles serían los primeros síntomas de su cuerpo. Martha
agradeció que fueran sinceras y empáticas, no la quisieron educar ni
la cuestionaron. Sintió que estaban, realmente, para acompañarla
durante el proceso: “Eso fue lo que recuerdo con más calidez. Porque
no creo que ninguna mujer diga '¡Qué chido! Voy a abortar'. Nadie
quiere pasar dos veces por algo así. Y si pasa, definitivamente no
es por gusto”, declaró Martha.
Durante toda la tarde,
estuvo acompañada: “Estuvimos como seis horas, tal vez más. Hablamos
de muchas cosas, no solo de la situación por la que estaba
atravesando. Cuando ellas se fueron, dormí para recuperar mi fuerza
y al día siguiente tomé el vuelo de vuelta a casa”, recuerda.
Si bien Martha decidió viajar para sentirse protegida en
términos legales, las organizaciones proveen el envío de misoprostol
a toda persona que se contacte con ellas y quiera realizar un
aborto. En México el misoprostol y la mifepristona son de venta
libre y fácil acceso, a diferencia de EE. UU., donde, aparte de los
precios elevados, se necesita una prescripción médica y sin ella,
nadie los vende. Salma Silva, parte de
Marea Verde Chihuahua, cuenta para esta investigación, que ya había un esfuerzo conjunto
previo a la derogación, bajo el nombre de
Red Transfronteriza. Estas colectivas de mujeres acompañantes se estaban organizando
para enviar los medicamentos desde la frontera a Estados Unidos.
Hay mujeres que se encuentran dentro de la franja
fronteriza y tienen pasaporte, visa o nacieron en EE. UU. Son ellas
las que pueden cruzar para comprar el medicamento en cualquier
farmacia o acordar la entrega con alguna de las compañeras de las
colectivas. La diferencia está en quienes no pueden hacerlo: en esos
casos, la gestión del envío se realiza de maneras ingeniosas, con el
cuidado y el riesgo de que, al sacar el medicamento de su envase, no
tenga el mismo efecto.
“Por ejemplo, una vez llegamos a
poner medicamentos en un bote de gomitas para dormir. Hay otras
compañeras que, como estrategia, los enviaban dentro de objetos,
como muñecos, aretes o en cosas así por el estilo”, cuenta Salma.
Para tejer la red, se realizan alianzas con personas que estén
dispuestas a correr el riesgo de que existan consecuencias legales,
en caso de ser detenidas.
Salma cuenta que antes de la
derogación, algunas mujeres residentes de Chihuahua iban a El Paso
para tener sus abortos en las clínicas de Planned Parenthood, pero
por la pandemia y los ataques de los grupos antiderechos, tuvieron
que cerrar. Las ciudades fronterizas siempre han trabajado en
conjunto, pero ahora se tuvo que extender esa red de colaboración,
que existía previamente, para poder llegar a otros estados que están
más lejos de la franja.
“Cuando fue la derogación,
empezó a haber un mayor flujo de mujeres que estaban en Estados
Unidos y que se acercaban a preguntar. Hubo un momento en el que
subió dramáticamente la cantidad de personas a las que acompañamos,
porque anteriormente recibíamos uno o dos casos al mes de mujeres
que estaban en la franja fronteriza, en Juárez o en El Paso”,
puntualiza Salma.
Durante estos meses, la Secretaría de
Salud de la Ciudad de México informó en conferencia de prensa que
estaban
listas para recibir a mujeres que quieran realizarse la
Interrupción Legal del Embarazo (ILE)
en la capital del país. “El servicio es para todas las personas que
lo soliciten, ya que ellas tienen el derecho a decidir sobre su
cuerpo y nosotros la obligación de proteger su salud”, dijo Olivia
López Arellano, secretaria de salud. En su discurso, aseguró que la
capital mexicana tiene la capacidad de atención a esos casos,
reconociendo el derecho a la salud, con servicios universales y
gratuitos.
México, un país católico y anti-derechos humanos
En México, un país de enraizadas convicciones religiosas donde la
Iglesia tiene una fuerte presencia en materia política,
las mujeres habían iniciado esta batalla desde las últimas
décadas del siglo XX. En 1936 se presentó la primera disertación en la que se argumentó
la necesidad de cambiar la ley que prohibía el aborto. La Dra.
Matilde Rodríguez Cabo presentó una ponencia titulada “Aborto por causas sociales y económicas”, escrita por la Dra. Ofelia Domínguez Navarro, que consistía en
que el Estado controlara y regulara la práctica del aborto dentro de
los tres primeros meses del embarazo. Pero no fue sino hasta el 26
de abril de 2007, casi 71 años después, que la
Asamblea Legislativa del Distrito Federal(ALDF) aprobó la ley que despenalizaba el aborto hasta la semana 12
de gestación, pero solo en ese estado.
Para el de 7 de
septiembre del 2021, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN) ha despenalizado el aborto tras una decisión votada por
unanimidad de los ministros en pleno. A partir de ese momento no se
puede encarcelar a las mujeres y personas gestantes ni al personal
médico que les ayude. La SCJN ha comenzado a sentar precedentes
respecto del derecho a la autonomía reproductiva, incluidos el
derecho a interrumpir el embarazo.
Tras la decisión de
la SCJN, y mientras las mujeres festejaban esta batalla ganada en la
gran lucha por el reconocimiento de sus derechos, los líderes de las
iglesias evangélicas
convocaron a marchar
para expresar y reafirmar su postura sobre lo que mencionaron era
“un atentado contra la vida, la familia y los principios básicos de
una sociedad sana”.
A esta marcha, mal denominada
“Marcha por la vida”, asistieron alrededor de 2000 personas que
desfilaron al unísono de “Sí a la vida”. Los pañuelos azul celeste
ondeaban con rabia y, rosarios en mano, los grupos antiderechos
exigían al Estado que repararan el “daño que le estaban haciendo a
la sociedad mexicana”.
"
Esta decisión de la SCJN dará pie a que los jóvenes den rienda
suelta al tema de las relaciones sexuales
de manera irresponsable, ya que sabrán que en caso de embarazos no
deseados podrán con total libertad interrumpir el proceso de
gestación", mencionó Gamaliel Fierro Martínez, Presidente de la
Asociación de Pastores Evangélicos de Tapachula (APET).
Para Salma Silva esto es una despenalización parcial
porque abortar en México es, al mismo tiempo, un derecho y un delito
que se regula a nivel estatal, dependiendo de cada entidad: “En
Chihuahua veíamos en una marcha que pintaban ya es ley cuando pasó
lo de la Suprema Corte, pero pues en realidad no porque aquí todavía
el Congreso local tiene que legislar. Pero sí es importante que las
mujeres y personas con capacidad de gestar sepan que hay un respaldo
de la Suprema Corte de Justicia, que en caso de que suceda, el
aborto que estas personas estén viviendo es un derecho y que es
ilegal criminalizar”.
En todo el país existen ocho
circunstancias, llamadas causales de no punibilidad, bajo las que
cada Código Penal no lo castiga o considera delito. Para la primera,
a nivel nacional, en casos de violencia sexual, interrumpir un
embarazo está garantizado a través de la
Norma Oficial Mexicana 046 (NOM 046)
en los 32 estados.
De acuerdo al
Lineamiento Técnico para la atención del Aborto Seguro en
México, hasta la publicación de esta investigación, hay 9 estados que
autorizan el aborto por libre decisión siempre y cuando se realice
hasta la semana doce de gestación. Las otras seis causales vigentes
para interrumpir legalmente son: aborto imprudencial o culposo, en
29 estados; peligro de muerte para la madre, 25 estados; riesgos
para su salud, 19 estados; alteraciones genéticas o congénitas, 18
estados; inseminación artificial no consentida, 17 estados; y
motivos económicos en 2 estados.
La Doctora Suzanne
Veldhui, cofundadora de la Red de Médicas por el Derecho a Decidir,
menciona para esta investigación que la discusión en México ha
versado en torno al derecho de las mujeres a decidir sobre sus
propios cuerpos desde la libertad sexual y reproductiva. Lo que
debería ser un servicio de salud, como cualquier otro, está siendo
regulado por el Código Penal.
La Red de Médicas hace su
parte desde la Academia y la incidencia política. Más de 80
profesionales de la salud en México posicionan la voz en el debate
político a favor aborto. “El impacto más grande sería en lo social,
que las mujeres o personas gestantes que quieran abortar, no tengan
miedo porque no van a correr ningún riesgo legal”, comenta Suzanne.
Resalta que hace falta trabajo en materia de información, desde los
trabajadores del sistema de salud hasta la población.
“Sensibilizar al gremio médico, un poco abusando de este
privilegio, es uno de los objetivos principales en la Red. Hacer
estas conexiones como un sentido de pertenencia, para no sentirnos
solas y más seguras, porque cada una de nosotras está aportando a
esta lucha desde sus espacios”.
Acompañantes y asociaciones civiles: tejiendo las redes que
sostienen a otras mujeres
Desde el fallo, en Estados Unidos, se resaltaba que hubo un
retroceso importante en el reconocimiento de los derechos
reproductivos y sexuales de las mujeres. Para Sandra Cardona, una de
las fundadoras de la
Red Necesito Abortar, asociación con sede en Nuevo León, México, que brinda
acompañamiento de aborto seguro en casa; una de las cosas más
importantes es cómo se han ido organizando las mujeres para apoyar a
quienes soliciten el servicio.
“Es una de las cosas más grandes que he visto”, menciona Sandra. “Es
como si fuéramos una tribu enorme de mujeres que estamos trabajando
por este tema, que estamos luchando precisamente para que todas las
mujeres de EE. UU. puedan tener acceso a sus derechos. Para mí la
enseñanza es que ninguna se quede atrás, no somos ciudadanos de
segunda”.
En esa misma línea, Silva, la referente de
Marea Verde, afirma: “Las redes de acompañamiento mexicanas siempre
han tenido una gran solidaridad. Y eso es para todas las mujeres y
personas gestantes que lo necesitan, independientemente de si están
en México, si están en EE. UU. o en alguna parte de Centroamérica.
Las redes de acompañamiento no son algo nuevo, han existido desde
que se descubrió que el misoprostol era un medicamento de fácil
acceso en el país, que se podía utilizar para abortar”.
En 1987, la Doctora Sandra Peniche fundó en Mérida, una
ciudad calurosa en la península de Yucatán, México;
la primera clínica en América Latina
que atendería a todas las mujeres que necesitarán servicios médicos,
legales, espirituales y de interrupción del embarazo: la
organización de
Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva
(SHSSR). El pasado 14 de diciembre Peniche falleció, pero su legado
sigue vivo en instituciones como la
Unidad de Atención Sicológica,
Sexológica y Educativa para el Crecimiento Personal, A.C.
(UNASSE), de la cual también fue fundadora.
UNASSE se
dedica principalmente a la promoción y educación en derechos
humanos, en particular de derechos sexuales y reproductivos, para
impulsar políticas públicas y mejorar el acceso a servicios de salud
sexual y reproductiva de las mujeres y personas gestantes en el
estado de Yucatán. Amelia Ojeda Sosa es coordinadora jurídica de
esta asociación y actualmente trabaja en un proceso llamado
“Alfabetización Jurídica”, que consiste en dar a conocer a las
mujeres sus derechos de una forma sencilla y clara, para que, de esa
manera, se apropien de ellos.
“A partir del precedente
de la Corte, y aún cuando no se hayan modificado los Códigos Penales
de cada estado, las instituciones de salud en México tienen la
obligación de prestar los servicios de aborto legal y seguro porque
ya no están cometiendo ningún delito”, remarca Amelia Ojeda.
Las lecciones que deja en México la derogación del fallo Roe vs.
Wade
Para Rebeca Ramos, Directora del Grupo de Información en
Reproducción Elegida (GIRE), una organización feminista y mexicana
con 30 años en la defensa y la promoción de los derechos
reproductivos; la sentencia de Roe vs. Wade fue un parteaguas en el
ejercicio de los derechos reproductivos en EE. UU. y eso tuvo una
influencia muy importante en México. Pero también hizo notar cómo
ese fallo no fue suficiente para el acceso universal a servicios de
aborto de calidad y accesibles para todas las personas.
“Se vio una
brecha muy importante para mujeres y personas pertenecientes a
grupos históricamente discriminados como mujeres, latinas o negras.
Y yo creo que en ese sentido es importante tomar esto como una
oportunidad, pero también en términos de lo que significa que la
Corte Suprema de EE. UU. haya echado atrás una sentencia en donde
reconocía el aborto como un derecho constitucional en aquel país”,
explica Rebeca.
A la pregunta de si el fallo de Roe vs. Wade afectó
de alguna forma a México, Amelia Ojeda Sosa responde que no porque
la revocación se dio casi un año después de los precedentes con la
Suprema Corte de Justicia de la Nación: "Si no tuviésemos los
antecedentes, probablemente sí nos hubiese afectado porque entonces
los grupos antiderechos iban a tener argumentos para oponerse a
cualquier avance en este tema. Sin embargo, en este punto, ya no nos
preocupa que pueda tener una influencia en la exigencia de derechos.
Aún sin la modificación de los códigos penales, el derecho de acceso
al aborto ya está”, expresa Amelia.
Para ella, el efecto también se
ha visto en la demanda de servicios de aborto de acompañamientos por
parte de mujeres de distintos estados de EE. UU., que se están
comunicando con las redes de acompañantes de México y que están
cruzando la frontera cuando antes, quienes lo hacían, eran las
mujeres mexicanas.
La derogación no ha hecho más que denotar que, en
el mundo, las naciones tienen un pendiente con las mujeres en
materia de derechos humanos. Las mujeres siguen y seguirán
abortando, independientemente de que las leyes estén de acuerdo o
no. Según datos proporcionados por la Organización Mundial la Salud
(OMS) en noviembre de 2021, cada año se provocan cerca de 73
millones de abortos en todo el mundo. El 61% de los embarazos no
deseados (y, en conjunto, el 29% del total de embarazos) se
interrumpen voluntariamente. La atención integral para el aborto es
una de las intervenciones esenciales de la atención de salud,
incluidas en la lista publicada por la OMS en 2020. El aborto, ya
sea farmacológico o quirúrgico, es una intervención sencilla que
pueden practicar una amplia gama de trabajadores de la salud.
“Seguirá sucediendo”, recalca Martha, “queremos ejercer nuestro
derecho a decidir ser o no ser madres, y no queremos ser
criminalizadas por ello. Queremos que no solo sea por causales como
violación o riesgo de la madre, queremos que sea por el legítimo
derecho a decidir sin ser juzgadas”. Mientras los gobiernos y sus
servicios de salud no comprendan la relevancia del derecho al
aborto, las redes de mujeres seguirán fomentando espacios de cuidado
y facilitando la medicación porque no quieren que ninguna otra se
sienta sola si decide interrumpir un embarazo. O en palabras de
Martha: “No quiero dejar de decirles a las chicas que están pasando
por esta misma situación que, en México, las mujeres se están
organizando para apoyarse unas a otras y eso es muy bonito”.